Tambalea seriamente la política de construir nuevas centrales térmicas a carbón en la India

(3 Mayo 2017) La India es uno de los últimos bastiones en el consumo de la fuente de energía más antigua y más sucia del mundo -el carbón- aunque también su política de construir nuevas centrales térmicas se está tambaleando.

En todo el mundo, de enero de 2016 a enero de 2017, la capacidad de generación térmica cayó, así como la actividad de preconstrucción, que cayó un 48%, el inicio de la construcción, que cayó un 62%, y la construcción en curso, con un descenso del 19%, según el informe Boom and Bust, publicado conjuntamente por la ONG estadounidense Sierra Club, Greenpeace y Coalswarm de marzo de 2017.

                                                   Vista de central térmica en la India

Sólo en China y la India, las previsiones de construcción de nueva capacidad térmica que sumarían 68 GW -más de un quinto de la capacidad instalada total de la India- se van a congelar. Esto supone unas 100 plantas que se quedan en un proyecto, 13 de ellas en la India. La razón principal de la desaceleración en la India es la “renuencia de los bancos y otras entidades financieras a proporcionar más fondos”, dice el informe Global Coal Plant Tracker.

Por el contrario, más de la mitad de la nueva capacidad de energía instalada de la India (el 56,5%) será energía renovable, centrales nucleares y grandes hidroeléctricas, en un plazo de 10 años, según información publicada en el IndiaSpend del pasado 19 de abril.

Más datos. En la India, con fecha 9 de febrero, al menos quince proyectos térmicos basados en carbón con una capacidad total de 18.420 MW (más de 18 GW) seguían estancados por causas financieras, según dijo el Ministerio de Energía.

Y mientras la banca cierra el grifo, el Gobierno del país, un mes después, anunciaba el restablecimiento de algunos proyectos que supondrían un aumento de la capacidad instalada de unos 30 GW, proporcionando un apoyo de alrededor de 10.000 millones de rupias (unos 142 millones de euros) al sector, además de incentivos como la exención de derechos de aduana para la importación de bienes de equipo y otras exenciones fiscales. 

Esto contrasta con el plan de la India. Pretende no expandir su capacidad de carbón en el periodo 2017-2022, según el Proyecto de Plan Nacional de Electricidad propuesto en diciembre de 2016 por la Autoridad de Electricidad Central.

Esta proyección se basa en la presunción de que el aumento de capacidad de combustible no fósil será el objetivo de la próxima década: 4,3 GW de centrales de gas, 15 GW de hidroeléctricas, 2,8 GW de centrales nucleares y 115 GW de varias fuentes renovables, que entrarían en funcionamiento entre el 2017 y el 2022. Sin embargo, el plan también cuenta con centrales térmicas de carbón que suman 50 GW y que actualmente se encuentran en diferentes etapas de construcción y que probablemente generarán beneficios durante ese mismo periodo, por lo que no se requiere sumar más capacidad térmica hasta al menos 2027.

Por tanto, la pregunta que cabe hacerse es: ¿Pueden reemplazar las energías renovables al carbón? En 2015, India representaba el 7% del total de emisiones mundiales, menos que China (29%), Estados Unidos (14%) y la Unión Europea (10%), según el informe PBL Netherlands Environmental Assessment Agency y el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea de 2016. En el mismo año, las emisiones de CO2 de las centrales térmicas indias en el total del país fue apenas de la mitad, con un 47%, según el informe.

                                                                                                                   Foto referencial

“La desaceleración en el consumo de carbón posibilitaría mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C desde los niveles preindustriales”, según el informe Boom and Bust. Si China y la India refuerzan y aumentan la desaceleración, y los países desarrollados (que históricamente son los mayores emisores) retiran las centrales térmicas de carbón más rápidamente de lo que han hecho hasta ahora, se podría incluso limitar el aumento de la temperatura global a los 1,5°C.

Para ello, se necesitaría duplicar de manera inmediata el ritmo actual de cierre de centrales, lo que significaría que las plantas de 20 o 30 años tendrían que ser retiradas aunque la vida media de una planta de carbón es de 40 años.

En 2016-17, la demanda máxima estimada de India ha sido de 165,2 GW, perceptiblemente más baja que la capacidad instalada total, unos 300 GW. Las centrales de carbón superan los 180 GW, con lo que solo con las térmicas no solo se cubriría toda la demanda, sino que habría de sobra. A pesar de esto, el país sigue enfrentándose a una escasez de energía aguda debido a problemas de suministro de carbón, pérdidas de transmisión y distribución y mala salud de las compañías eléctricas.

Y es que según las cifras del gobierno, se estima que 240 millones de indios siguen sin acceso a la electricidad. Y el carbón importado les está saliendo caro, ya que lo tienen que comprar en gran medida a la escasa calidad del suyo propio. Por otra parte, la inversión en energías renovables trae beneficios ambientales como la reducción de la contaminación y la creación de oportunidades de empleo. Por lo tanto, las energías renovables tienen el potencial para resolver el dilema energético de garantizar la seguridad energética.

En febrero de 2017, en la subasta del parque solar de Rewa, se alcanzó un precio de 3,3 rupias/kWh (0,047€/kWh) competitivo con el coste de la generación por carbón. Los precios de parques eólicos también cayeron a mínimos históricos. La tendencia es indudablemente positiva para las energías renovables.

A todo ello, si finalmente vira hacia una transición energética renovable, la India también tendría que invertir en sistemas de red inteligente, sistemas de almacenamiento y flexibilidad de la demanda para gestionar la variabilidad de las energías renovables. Y por último, deberá construir un ‘corredor de energía verde’, que resultará vital la distribución de la energía entre los estados, ya que el potencial de la solar y la eólica se concentra en unos pocos estados (solo nueve representarían más del 77% de la capacidad renovable para 2022).

 

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