No hay forma en que Pdvsa vuelva a ser como antes, es absolutamente irrecuperable

Su reflotamiento deberá comenzar desde cero, aseguran expertos

Petróleos de Venezuela, (PDVSA), un holding 100% propiedad del Estado, fue un extraño ejemplo de eficiencia administrativa y operacional. Se le consideró la tercera empresa pública mejor gerenciada del mundo. Tuvo una clasificación de crédito triple A. Pero todo eso es cosa del pasado. Dos décadas de administración chavista fueron suficiente para acabar con 25 años de excelentes manejos y más de un siglo de tradición petrolera. Y no hay marcha atrás.

No importa cuán exitoso haya sido el manejo de Pdvsa en el pasado. Tampoco la enorme infraestructura operacional, aguas arriba y aguas abajo acumulada por décadas. Ni siquiera cuando el Estado propietario de la empresa es también dueño de las mayores reservas petroleras del hemisferio occidental. No hay forma de recuperar todo eso. Es preciso comenzar de cero. Coincide la mayoría de los expertos.

“Es absolutamente irrecuperable e irrepetible. No hay forma en que podamos repetir la Pdvsa que teníamos antes de 1998. No está planteado. El modelo se agotó». Es la opinión de Horacio Medina, recientemente nombrado por el gobierno interino de Juan Guaidó como miembro de la junta ad hoc de Pdvsa.

«Está planteado crear una estructura que incluya una suerte de agencia venezolana de hidrocarburos que pueda asumir muchos de los roles que tenía Pdvsa y el Ministerio, que también está totalmente desguarnecido, y sobre esa base comenzar a construir una industria diferente”, dijo.

Medina forma parte de esos 18.200 empleados altamente calificados de Pdvsa, que fueron despedidos por Hugo Chávez para convertir la empresa en lo que es hoy. Fue gerente de Convenios Operativos de Nuevos Negocios en la División de Exploración y Producción.

Por su parte, el economista José Toro Hardy, que fue director de Pdvsa en la década de los noventa, explica que los planes propuestos por el régimen madurista son irrealizables. Como ejemplo, toma el caso de las refinerías. El costo de recuperación del parque refinador venezolano asciende, según sus cálculos, a entre 25.000 y 30.000 millones de dólares anuales, durante 8 a10 años. Con esa inversión se lograría empezar a producir lo que se tenía hace 20 años atrás, explicó.

Los intentos del régimen por levantar las refinerías que están detenidas aplicando “paños de agua tibia” o quitando repuestos de una refinería para llevarlos a otras, no han dado ningún resultado, dijo.

Precisó que se requiere de una extraordinaria inversión con la que el Estado venezolano no cuenta. Por esta razón, se hace inevitable abrirse a capitales extranjeros. En la práctica, esto quiere decir que no hay forma de volver. Pero no de países como Irán, que si bien es cierto tiene experiencia en refinación y llegaron a ser los segundos del mundo en algún momento, no tienen la pericia para trabajar en las refinerías nacionales.

Eddie Ramírez, ex directivo de Pdvsa, asume una posición más pragmática. A su juicio, es cierto que la industria petrolera está en una situación agónica. Pero dado que es la principal «y casi única proveedora de divisas», su recuperación, privatización, reestructuración o redimensionamiento, de cara a las necesidades financiera del país. De una u otra manera, Venezuela necesita los ingresos petroleros. Es cuestión de supervivencia.

Reconoce que privatizar Pdvsa es una tarea compleja «que requiere tiempo y probablemente no sea atractivo para ningún comprador, considerando el deterioro de las instalaciones y que el riesgo país perdurará algún tiempo después del cambio de gobierno».

No obstante, a su juicio, resulta imposible mantenerla como empresa 100% estatal. Considera que fue un «error» estatizar la industria de los hidrocarburos. Fue eso lo que permitió que cayera en manos del régimen de Hugo Chávez, solo tuvo que llegar a la Presidencia. El resto es historia, muy triste historia.

«Es utópico creer que hemos aprendido la lección y que no se repetirá la politización de la empresa para ponerla al servicio del partido político de turno. Quizá un próximo gobierno la operará como negocio al servicio de la nación, pero Pdvsa es demasiado atractiva. Más temprano que tarde se repetirá la historia», dice Ramírez.

Sin embargo, que Pdvsa sea del Estado es una «cuestión de honor» para buena parte de los políticos y de la ciudadanía en Venezuela. Todo indica que el sector político, a quien corresponde la decisión no aprobará la privatización de la empresa, explica Ramírez.

En este sentido, propone trabajar para redimensionar a Pdvsa, que continúe por un tiempo con las actividades petroleras que realiza, pero con mayor participación de las empresas mixtas.

Posteriormente, modificando la Ley, empresas privadas nacionales y extranjeras podrían realizar directamente las actividades, y gradualmente Pdvsa disminuiría de tamaño y tendría que ser competitiva. En refinación, la ley permite la participación del sector privado, agrega.

«Todo indica que es imperativo para los venezolanos resucitar su industria petrolera. Y como la destrucción de Pdvsa es profunda, debemos arrancar casi de cero. Conceptualizar una nueva industria. Y esos conceptos hay que plasmarlos en una nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos (LOH)», explica el ingeniero de petróleo Rafael Gallegos.

El experto puntualiza que el capital privado nacional e internacional en la industria petrolera venezolana es una necesidad. Sin capitales privados extranjeros y venezolanos, no hay arranque posible, subraya.

La crisis económica cada vez más profunda de Venezuela está directamente relacionada con el colapso de su industria petrolera y la disminución de la producción de crudo. El país, miembro de la Opep, solo extrajo un promedio diario de 340.000 barriles durante agosto. La cifra representa menos del 50% de los 712.000 barriles diarios producidos en el mismo mes del año anterior. No llega a ser una una quinta parte de los 1,7 millones de barriles diarios bombeados durante 2017.

Para los primeros ocho meses la producción de petróleo ha promediado 542,750 barriles diarios, que es un 32% más baja que en 2019 y muy por debajo de los casi tres millones de barriles diarios reportados para 2000.

La asistencia de Rusia e Irán no ha hecho nada para elevar la producción de petróleo, como lo ilustran las cifras de agosto de 2020, mientras que el volumen de plataformas operativas sigue siendo bajo.

Ahora Petróleos de Venezuela se encuentra en cesación de pagos, con la producción en picada, con los trabajadores especializados en desbandada, las refinerías entre cierre técnico y un nivel de operación precario.

No es poca cosa. Han pasado 104 años desde el «reventón» del pozo Zumaque 1, que marcó el inicio de la producción petrolera venezolana a escala comercial, Esa tradición, mezcla de empresas trasnacionales, concesiones y posterior nacionalización, acabó casi en un abrir y cerrar de ojos.

Venezuela llegó a ser por un tiempo el primer productor petrolero de mundo. Durante todo el S. XX se mantuvo entre los más importantes. Petróleos de Venezuela llegó a ser una de las empresas mejor posicionada en términos gerenciales.

Hoy, el país necesita cambiar oro por gasolina. Los venezolanos cocinan con leña. Y Petróleos de Venezuela, que fuera orgullo nacional, no podrá ser recuperada. Al menos no como era antes.

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