La industria petrolera venezolana se encuentra en trance de agonía y del coma

La industria petrolera venezolana está en estertores, o sea se encuentra en trance de agonía y del coma. Es decir el desplome de la producción sigue su curso. El informe de julio de la OPEP, con data de junio, anuncia una nueva caída en la producción de crudo de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).

El reporte señala que la extracción sufrió un nuevo revés. Fuentes secundarias empleadas por el cártel petrolero, registraron un descenso de 47.500 barriles por dìa (bpd) entre mayo y junio, quedando un promedio de 1,340 millones de bpd.

La alarma se enciende en el mercado petrólero debido a que este nuevo retroceso en la producción, resta oferta al mercado. Justo en los momentos en que los precios se encuentran robustecidos, y con tendencia al alza.

De hecho, la preocupación de los altos precios registrados en los últimos meses presionó a la OPEP, en la reunión  celebrada a mediados de junio pasado, a elevar la producción en un millón de barriles por día. La campana sonó justamente cuando el valor de los hidrocarburos escalaron hasta los USD 80.

La OPEP está clara en que se trata de un esfuerzo importante por no entorpecer la viabilidad económica mundial.

Por su lado, el reporte de producción que entrega Venezuela a la organización, de la que fue fundador, indica también una contracción. Según la data oficial la estatal petrolera PDVSA, registró una baja de 2.000 barriles para quedar promediando 1,531 millones de barriles.

Como quiera que sea la producción de petróleo ha ido en picada. Y la preocupante es que ha ocurrido justamente en momentos en los que el país sudamericano vive su peor crisis económica y política.

Taladros: el termómetro que mide la producción

La actividad de taladros, un termómetro que mide la producción, ha retrocedido significativamente. Datos de la EIA muestran que entre enero de 2016 y mayo de 2018 la baja ha sido importante. De 75 unidades de perforación activas bajó a 45, respectivamente. Y con ello la producción.

La peor noticia es que se trata del país con las mayores reservas de petróleo del mundo. El Plan Magna Reservas llevado a acabo por PDVSA, logró certificar que Venezuela posee 302.000 millones de barriles in situ. Pero analistas sostienen que ese gran reservorio de hidrocarburos quedará sepultado en tierra. Advierten que la era post petrolera de la nación sudamericana está próxima a comenzar.

La EIA, el brazo estadístico de energía de los Estados Unidos, reseña que Venezuela ha sido un importante jugador en el mercado petrolero mundial. A decir del organismo, la nación sudamericana se clasificó entre los 15 principales productores de petróleo y combustibles líquidos en 2017. Pero su producción ha caído significativamente desde que los precios del petróleo cayeron desde su pico a mediados de 2014.

Las caídas en la producción han sido especialmente graves desde mediados de 2016. La EIA señala que la producción de petróleo crudo de Venezuela ha bajado en 755.000 bpd entre junio de 2016 y mayo de 2018.

La imposibilidad de contener el desplome de la producción y más aún de elevarla, luce cada vez más complicado. Al tiempo que no se cuenta con los recursos financieros para emprender la tarea. Los socios de PDVSA en la Faja del Orinoco y campos maduros, no están invirtiendo en el país. Fuentes empresariales ha señalado que las condiciones financieras, de reglas del juego y políticas revisten riesgo para sus capitales.

El desplome de la producción en Venezuela muestra un retroceso agresivo. Desde 3,708 millones de bpd, su máximo histórico en 1970, ha descendido a 1,340 millones de bpd en lo que va de 2018. Se trata de un caída en picada de 2,408 millones de bpd, una estadística dramática y difícil de revertir en el cortoplazo.

La actual administración de Nicolás Maduro fue además sancionada por los Estados Unidos. El gigante norteamericano está impidiendo que Venezuela pueda buscar financiamiento en los mercados internacionales. Mientras, Maduro se las ingenia para seguir convenciendo a sus socios estratégicos China y Rusia, a comprometer nuevos endeudamientos.

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